28 de octubre de 2010

Murió el ex presidente Néstor Kirchner

Aseveraciones lógico-políticas
Por José Pablo Feinmann (Jueves 28/10/2010)
1. Néstor Kirchner no era Perón.
1.1. Perón dejó como sucesores a una Presidenta inepta y a un criminal paranoico.
1.2. Néstor Kirchner compartió su vida y deslizó la presidencia en manos de un valioso cuadro político, de una mujer fogueada y hecha en la gran política. De una mujer de excepcional inteligencia. Se me perdonará esto: pero estudié la carrera de Filosofía y ahí recibí mi título. Dediqué mi vida a la filosofía y a la literatura. Sé cuándo alguien sabe pensar. Ningún presidente de la historia argentina pensó con el rigor y la inteligencia de Cristina Fernández.

2. Perón, al regresar, dedicó sus mayores afanes a perseguir y aniquilar a los jóvenes del peronismo, armados o no. Evidentemente el padre Mugica, asesinado por Rodolfo Almirón de la Triple A, organización construida a la vista (aprobatoria) de Perón, no era un hombre armado ni clandestino. (Menos aún lo mataron los Montoneros, como dicen algunos pérfidos que buscan aliviar las culpas de la Triple A. ¡Valiente tarea, qué cercanos se sentirán a ella!) Tampoco lo era Enrique Grynberg, que manejaba un Ateneo en Saavedra. A Kirchner la muerte lo sorprende en pleno diálogo con la juventud. En plena construcción de una de las cosas que hoy más necesita el justicialismo: la construcción de la militancia territorial.
2.1. Cuando murió Perón, el establishment se asustó, y mucho. Porque el tercer Perón era un guerrero del establishment que, para beneficio y alegría de ese sector con el que tan bien negoció, le estaba haciendo la tarea sucia.
2.2. Con Néstor Kirchner, buena parte del establishment y las clases altas y las clases medias altas festejan jubilosos. Hubo censistas que ya hoy llegaron a casas que estaban con las puertas abiertas y festejando. En muchos hogares, hoy, ya hoy, con el cadáver del ex presidente aún tibio, se festejó con champagne.
2.3. Seguramente también en muchas editoriales. Se podrían dar nombres, pero no es el momento y –además– todos los conocen.

3. El vicepresidente de Perón era su esposa, sumisa, a él y al monje umbandista Daniel, asesinos ambos. La sucesora y compañera de vida de Kirchner es Cristina Fernández. Su vicepresidente es un traidor y ayer le añadió a la traición la mentira, que son hermanas de sangre, que van juntas porque traicionar es mentir y gravemente. Tuvo ayer el exasperado caradurismo de decir que había muerto un gran presidente. ¿Por qué le clavaste un cuchillo en la espalda al proyecto de un gran presidente, Cobos? ¿También esa crueldad, esa torpeza, esa traición al país le hiciste? 3.1. Cristina Fernández es de esos seres humanos que se agrandan ante la adversidad. La verán llorar. ¿Cómo no va a llorar al compañero de una vida? Y como una mujer. O como cualquiera. Cualquier ser sensible lloraría en una circunstancia semejante. Yo, ni lo duden. Lágrimas lacerantes. Pero Cristina es notoriamente fuerte. La desdicha le dará poder. La desdicha la hará todavía más dura en la lucha. No festejen tanto, señores. Acaso ni sospechen lo que tendrán que enfrentar de aquí en más. Por otra parte, si Cristina (se decía insistentemente) carecía de carisma, conseguía adhesiones por su inteligencia pero no por su ternura o por su feminidad o lo que sea. (No creo en esto, pero aceptémoslo.) Ahora, el pueblo verá en ella a la mujer que se quedó sin su hombre. A la mujer sola. A la que sola se las tiene que arreglar. A la que hay que seguir, querer y respaldar para que el país conserve su rumbo. “No se nos puede quebrar”, dirán muchos. “Pobre, qué mala suerte. Perder a un marido tan joven. Tan necesario para ella. Un marido al que tanto quería.” Lloverán las flores y las adhesiones emocionales. Pero hay que transformarlas en militancia.
3.2. Hoy, más que nunca, la militancia juvenil tiene un papel esencial. Al que aparezca con alguna teoría que recuerde a la lucha armada y al foco insurreccional de los ’70 échenlo a patadas.
Esas posiciones llevaron a la muerte a una generación entera de militantes a lo largo y a lo ancho de América latina. La lucha militante (la única) es de superficie, de cara al sol, como quería morir José Martí y también como quería vivir y vivió (era porque sabía la belleza de vivir de cara al sol que así quería morir). De cara al sol significa: nada de clandestinidad, nada de armas, se triunfa cuando se transforma el número en fuerza, pero no en fuerza armada. En fuerza militante, territorial, cuando se habla con la gente, cuando hay un proyecto para ser comunicado, un proyecto que convenza al militante y le dé fuerzas para convencer a los demás. Lo esencial del proyecto sigue siendo: la unidad de América latina (el Mercosur, no el ALCA).
El fortalecimiento del Estado para que defienda a los débiles ante la voracidad de los monopolios. La diseminación de lo mediático. Lo que significa –tanto aquí como en Estados Unidos y en cualquier país que luche por la democracia de la información– muchas voces que hablen, que tomen la palabra, que informen diferenciadamente si es necesario de la uniformización de la palabra de la unicidad monopólica, que informa desde una sola verdad, la propia. O sea, no informa. Difunde sus intereses. El Banco Central para los intereses argentinos. Orgullo y poder y ni un atisbo de sometimiento ante el FMI y cualquier entidad de la prepotente banca extranjera que busque utilizar al país en la timba de sus intereses. Diálogo a fondo con todos los que quieran dialogar. Unidad nacional en medio de la diversidad. Que esa diversidad no se transforme en antagonismo. O, al menos, que exprese el razonable disenso de la democracia. Basta de odios. Basta de libracos difamatorios. Basta de tapas insultantes.
Respeto de las Madres y a las Abuelas de la Plaza de Mayo, que nadie más tenga la inmoralidad de siquiera sugerir que una mujer como Estela de Carlotto (que recuperó para la vida verdadera 102 nietos apropiados por el poder desaparecedor) sea tildada desde una revista hipercomercial de hacer lobby para ganarse el Premio Nobel. Esa es una mentira y una falta de respeto. ¿Rescataron ustedes 102 niños? ¿Qué hicieron ustedes además de querer vender revistas a cualquier precio, aun al precio vil de injuriar a las Abuelas de Plaza de Mayo y a Estela de Carlotto?
3.3. Cristina Fernández no queda sola. Tiene a su alrededor cuadros de gran valía. De gran inteligencia. Voy a dar algunos (sólo algunos nombres): Juan Manuel Abal Medina (h), Marcos Zanini (¡vamos, negro!, ¡respalde a la Presidenta con todo lo que usted tiene y sabe: lucidez política amasada a lo largo de años y polenta), Daniel Filmus, brillante intelectual, Aníbal Fernández, el político jauretchiano: nadie desde Jauretche usaba el humor en la política como él lo hace (y no me vengan con los chismes de letrina de lo que fue o lo que no fue: los hombres, en esta Argentina dramática, importan por lo que son y por lo que hoy están dispuestos a hacer). Y muchos más. Y todos los pibes, que cada vez son más. Y que –contrariamente a lo que les ocurría a los jóvenes desde el ’80 hasta el 2000– hoy le encuentran un sentido a su vida en la militancia, en la política.

4. Todo esto y más también tiene usted, Presidenta, para gobernar este país y llevarlo a buen puerto. No es poco. Eso, unido a su talento, a su fortaleza duplicada por la mala mano que Dios (que, de argentino, disculpen, pero: nada) otra vez nos ha dado, le otorgará a los que ya la apoyaban y a los que de aquí en más verán que apoyarla es la única salida para el país y que, por otra parte, usted lo merece, la decisión de estar a su lado, en esta hora amarga pero también en esta impecable coyuntura en que los bravos, los que no bajan los brazos, los que no se dejan vencer por las adversidades que el destino siempre trae, duplicarán sus fuerzas para tratar, al menos, de estar a la altura de las suyas.

26 de octubre de 2010

07 Mercedes Sosa & Liliana Herrero - Palabras para Julia

PALABRAS PARA JULIA
Tú no puedes volver atrás porque la vida ya te empuja como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir con la alegría de los hombres que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada te sentirás perdida o sola tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán que la vida no tiene objeto que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás como a pesar de los pesares tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer así tomados, de uno en uno son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti cuando te escribo estas palabras pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás tu futuro es tu propia vida tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas que les ayude tu alegría tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes junto al camino, nunca digas no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás como a pesar de los pesares tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección y este mundo tal como es será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte nada más pero tú comprende que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti como ahora pienso.

JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO

16 de octubre de 2010

Definición de egoismo

Yo

adentro de mi ombligo

y

adentro de mi ombligo

Yo

Broma Concierto Año Nuevo 2009 Baremboim

GENIAL BAREMBOIM!!!!

14 de octubre de 2010

me pareció que en la autopista había ruido de agua...
ese sonido que escucho cada vez que la lluvia se desliza por la cinta del asfalto
repicando

me pareció que se sentía el olor del agua
ese que es la anticipación de la tierra mojada, ansiosa
hirviente



me parece que tengo ganas de ver la lluvia caer sobre mi balcón
subrayada por las hojas de los árboles que se agitan
relucientes

12 de octubre de 2010

Azucena (Suplemento Las 12, diario Pagina12, 8/10/2010)

Ni cortando esa flor pudieron terminar con la primavera
Diego Csöme, Claudia Bueno, Laura Villafañe y Julián Cosenza, integrantes del equipo documentalista del Instituto de Medios de Comunicación de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) y autores de un documental sobre su vida, se confiesan enamorados de la figura de Azucena Villaflor, esa mujer que al decir basta abrió una grieta en el curso de la historia argentina e inventó una nueva categoría para ese vínculo privado que une a madres e hijos o hijas.
Desaparecida ella también después de fundar Madres de Plaza de Mayo, marcada por Alfredo Astiz con un beso justo antes de ser secuestrada y conducida hacia la muerte en las profundidades del Río de la Plata, Azucena es la protagonista ausente del documental que lleva su nombre y que el próximo martes, en vísperas del Día de la Madre, se presentará en la UNLaM.
Por Diego Bocchio

¿Qué trabajos previos existían sobre Azucena?
Claudia Bueno: –Se trabajó sobre las Madres, claro, pero no sobre Azucena, no es tan conocida su historia. Hay un trabajo bibliográfico de Enrique Arrosagaray, que es de Avellaneda como Azucena y que, incluso, fue compañero de escuela de uno de sus hijos. El hizo una investigación muy profunda y publicó un libro –Los Villaflor de Avellaneda–, y es uno de los entrevistados del documental. En cuanto a relatos audiovisuales, nada. Sí hay documentales antropológicos de cuando se restituyen los restos de Madres desaparecidas, en los que se hace hincapié en la aparición de los restos de Azucena.
Diego Csöme: –En contraposición, nuestra elección fue contar quién fue Azucena como madre y como mujer. Tratamos de no quedarnos en el instante fundacional de Madres, sino hurgar en su vida anterior.

Al encarar esta historia relativamente desconocida, ¿qué encuentran?

Laura Villafañe: –Empezamos por ir a la raíz, sus hijos, y, ahí, enfrentamos descubrimientos sorpresivos, nos encontramos con la mujer y con la madre, con esa faceta no histórica, y con lo que sucede cuando te tocan un hijo. La forma en que Azucena reacciona ante ese hecho es lo que genera un quiebre en la historia argentina.
Claudia: –Uno de los hijos lo cuenta muy bien en el documental. Los familiares de los desaparecidos cumplían un circuito que era el que los mismos militares les pautaban. Los “entretenían” llenando fichas, yendo al vicariato, al Ministerio del Interior, de escritorio en escritorio; de esa forma nadie iba a encontrar a sus seres queridos. Uno de sus hijos, Pedro, cuenta: “La genialidad de mi mamá fue que un día dijo: ‘¡Basta! Así no vamos a encontrar a nadie. Vayámonos a la Plaza’”. Ese es el quiebre. Azucena hizo todo lo que políticamente estaba mal hacer en esa época. Pero, en el relato intimista surge que, para ella, lo que hacía no era nada excepcional. La hija, Cecilia, cuenta: “Cuando yo tenía complejo de fea en la escuela, mi mamá me llevó a un concurso de baile. Y cuando mi hermano Toto se rompió el brazo, mi mamá estuvo detrás de él hasta que se le soldó el hueso roto. Así que, cuando mi hermano Néstor desapareció, mi mamá salió a buscarlo. Es pura lógica de madre”.
Diego: –A través de la mirada de los hijos, nos encontramos con una mamá maravillosa. Y se reivindica el porqué una mamá sale a buscar a su hijo: por amor; a partir de ese amor, se gestará un movimiento histórico.
Azucena tenía ángel. Las Madres dicen en el documental: “Azucena llegaba y era como que llegaba nuestra madre. Todas íbamos corriendo a abrazarla”. Como los grandes líderes, tenía algo especial dentro de su carisma que hacía que todas las otras madres estuviesen a su alrededor. Pero también era muy estratégica para moverse.

Una madre común y una madre extraordinaria, en un mismo cuerpo. ¿Y cómo era su vínculo con su propia madre?
Claudia: –La mamá de Azucena era muy chica cuando la tuvo, tenía quince años. El papá de Azucena la anotó como hija de él y en el casillero correspondiente al nombre de la madre trazó una línea. Es decir, ella fue inscripta como de madre desconocida. Doce años después, la madre la volvió a inscribir, pero, esta vez, como de padre desconocido.
Con lo que, en Avellaneda, hay dos partidas de nacimiento diferentes.
Más allá de la complejidad legal, lo cierto es que ni la madre ni el padre biológicos se encargaron en forma directa de la crianza de Azucena, sino que la crió como a su propia hija la tía Magdalena. Y sus tres primas funcionaron en su vida como sus hermanas.
El padre murió muy joven en un accidente de trabajo y ahí volvió la madre, que fue a buscarla a casa de los Villaflor. Para entonces, Azucena tenía ya catorce años. Y ella no quería volver con la madre, se pasó casi un año enferma y perdió un año de colegio, hasta que finalmente volvió a vivir con sus tíos. Vivió muy poco tiempo Azucena con su madre biológica, tenía una relación muy difícil con ella; incluso, de grande, se quedaba angustiada cada vez que la madre iba a visitarla. Elvira, la empleada doméstica de la casa de Azucena de toda la vida, cuenta que cuando la madre iba a verla no le preguntaba ni cómo estaba. Iba a buscar plata.

¿Y este elemento tan fuerte de la historia personal cómo juega en el relato?
Julián Cosenza: –Tratamos de no usarlo más que como dato biográfico, sin construir a partir de ese dato una hipótesis del tipo “Fue tan buena madre porque su madre había sido muy mala”. El dato de que no fue reconocida por su mamá y que ella apareció para hacerse cargo de su crianza cuando ya tenía 14 años es muy fuerte y sólo eso da para una película. Por eso, lo incluimos como dato de su biografía que abre una puerta, pero sin ahondar más. El núcleo del relato es el secuestro del hijo y lo que ello desencadena.

¿Con qué testimonios cuenta el relato?
Laura: –Azucena tuvo cuatro hijos: Néstor, que es quien desapareció junto a su esposa, Raquel Mangin; Pedro, Cecilia y Adrián. Pedro y Cecilia nos dieron su testimonio.
Con Adrián, “Toto”, no nos contactamos, porque los hermanos nos dijeron que tuvo una mala experiencia con un reportaje que les hicieron a los tres juntos cuando aparecieron los restos de Azucena en General Lavalle y, a partir de ese momento, decidió no dar más notas.
Diego: –También entrevistamos a Aída Sarti y Pepa Noia, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora. Pepa fue una de las 14 madres de la primera ronda, el 30 de abril de 1977, y estuvo presente en el momento en que Azucena se paró en la iglesia Stella Maris, en el vicariato del Ejército, y dijo: “Vayámonos a la Plaza”. Pepa cuenta ese instante fundacional. Y está su prima, Lidia Moreman, hija de la tía Magdalena, que era incondicional con Azucena y la acompañó a las primeras marchas. Era como una Madre más.
Julián: –Y que es quien se da cuenta de que “Gustavo Niño” (Astiz) era un infiltrado. Lidia cuenta en el documental que ella le decía a Azucena: “Este tipo es cana”, incluso, adelante de él. “No le des datos.” Pero Azucena le abrió las puertas de su casa. Los testimonios revelan que más de una vez Astiz llevó a Madres a sus casas en su auto, tras haberse metido en el grupo haciéndose pasar por hermano de un desaparecido. Tanto Lidia como el marido de Azucena le advertían que no les gustaba ese tipo...
Claudia: –Hablan también Elvira, la empleada doméstica, Enrique Arrosagaray, el biógrafo, y Lila Pastoriza, que estuvo detenida en la ESMA con Azucena y fue quien brindó el testimonio que permitió reconstruir qué pasó con ella tras su secuestro.

En 2005, cuando encuentran en General Lavalle los restos de las víctimas de los vuelos de la muerte y sale a la luz la historia de Azucena, Lila se da cuenta de que Azucena Villaflor fue la mujer con la que ella había estado en la ESMA. Azucena estuvo detenida dos días en Capuchita, en diciembre del ’77. Gracias al testimonio de Lila, los hijos pudieron reconstruir cómo habían sido los últimos días de vida de su mamá. Ese testimonio está en el documental.

¿Cómo es ese testimonio de Lila Pastoriza?
Laura: –Lila cuenta que, un día, le llamó la atención que entrara un grupo de mujeres grandes: estaban, además de Azucena, las dos madres que habían sido secuestradas en la iglesia de la Santa Cruz, y estaba también una de las monjas francesas. Le llamó la atención porque le parecía un grupo de madres, o de tías, y no daban con el promedio de edad que veían entre los secuestrados en la ESMA. Lila cuenta que vio cuando se la llevaron a Azucena para torturarla y que trató de asistirla cuando volvió: tenía muchas marcas en los brazos y la notó floja, como entregada, muy caída. Pero aun así ella decía que lo único que quería era encontrar a “sus hijos”, porque eran Néstor y su nuera, Raquel. Lila cuenta eso, la vio cuando llegó, habló algunas palabras con ella, la vio cuando la trajeron de vuelta de la tortura y después, de pronto, no la vio más.
Diego: –Y habían pasado apenas dos días en “capucha” y “capuchita”, las dos dependencias del casino de oficiales de la ESMA; capucha era un altillo y capuchita era todavía peor, era como un entrepiso, pero arriba de todo, con cuchetas en el piso, con toda la gente amontonada. Lila cuenta que cuando llegó este grupo relativamente grande no había mucho lugar y quedaron más amontonados todavía. Era diciembre y el lugar no tenía ventanas prácticamente, era un hacinamiento. Y que, mientras ellas estaban encerradas en ese altillo, afuera, en los parques de la ESMA, los chiquitos de los oficiales andaban en bicicleta. Lila relata que, una vez, dentro de un grupo que llevaban en los aviones para los vuelos de la muerte, había un tipo al que llevaron por equivocación, que, al volver, les contó que les inyectaban pentotal y con eso los dormían, los subían a los aviones y los tiraban al agua. Así se enteraron de los vuelos de la muerte. Este testimonio nos terminó quedando afuera del documental. Pero sí incluimos las vivencias de Lila en esos pocos días compartidos en la ESMA con Azucena y lo que pasó cuando, al recuperarse sus restos, se dio cuenta de que aquella señora mayor de vestido floreado con la que recordaba que había estado hablando, era Azucena Villaflor.

LOS HIJOS DE AZUCENA
¿Cómo fue el diálogo con los hijos de Azucena?
Claudia: –El contacto con Cecilia lo logramos a través de Aída Sarti, que tenía un vínculo muy estrecho con Azucena, que luego continuó con su hija. Una vez que nos contactaron, tuvimos una charla previa con Cecilia, porque quería saber el enfoque iba a tener nuestro trabajo, ya que había tenido experiencias insatisfactorias en relación con otros proyectos y estaba alerta. Cuando le contamos nuestra intención, enseguida nos dio la entrevista. Lo mismo pasó luego con Pedro. Tuvimos entrevistas personales previas con cada reporteado y el convencimiento fue en virtud del enfoque.
Diego: –Lo que nos encontramos en las entrevistas personales con ambos, tomando un café, primero, y con las cámaras, después, fue exactamente lo mismo. Contaron las mismas cosas, de la misma forma y con el mismo énfasis. Es su historia y es así, con la cámara o sin ella. Muy natural. Los hijos cuentan la intimidad del vínculo con su madre, pero también cómo ella empezó a moverse para encontrar a Néstor, cuando las Madres empezaron a ir a su casa y cómo vivieron, finalmente, su desaparición. Hablan de esa intimidad también, no solo de ella como mamá.

¿Y cómo fue el contacto con las Madres?
Claudia: –Aída Sarti fue nuestra primera entrevistada y se convirtió en una especie de ángel de la guarda del documental. Aída jugó un rol fundamental en la publicación de la famosa solicitada en el diario La Nación, el 10 de diciembre de 1977, el hecho que determina el secuestro de Azucena. Como Astiz estaba infiltrado en Madres sabía que estaban organizando la publicación de la solicitada, que el motor de esa movida era Azucena y que estaba pensado que saliera el 10 de diciembre. Entonces, él organiza un operativo de secuestros, que incluía a Azucena, para el día 8, en la iglesia de la Santa Cruz. Pero le sale mal porque Azucena no va a esa iglesia ese día; las Madres estaban terminando con los preparativos de la solicitada, juntando firmas y juntando la plata, y entonces se dividen en dos grupos ese día: Aída y Azucena se van a la iglesia Betania y Astiz manda el operativo a la Santa Cruz, donde estaban otras dos Madres, Mary Ponce y Esther Careaga, a quienes secuestran junto a una de las monjas francesas. Pero a Azucena no logran secuestrarla ese día.
Laura: –Entonces, el operativo solicitada sigue adelante y el día 9 es toda una corrida, porque llevan la solicitada a La Nación escrita a mano, y les dicen que la tipeen. Lo tienen que hacer corriendo, en los sótanos del Ministerio de Economía, donde trabajaba el marido de Nora Cortiñas, que es quien las hace entrar. Y Aída permanece haciendo vigilia el día completo en el diario La Nación.

¿Cómo aparece en el documental esta historia?
Julián: –Aparece contada a través del testimonio de Aída, que, además, lee en off parte de la solicitada. Y se ve la imagen de la solicitada, le sacamos fotos de un ejemplar guardado en la biblioteca del Congreso. En el ejemplar que había comprado Azucena aquella mañana del 10 de diciembre había salido la hoja prensada, como fruncidita, pero en el ejemplar que conservan en la hemeroteca del Congreso está bien. La solicitada es bien grande, ocupa casi toda una página: “Sólo pedimos la verdad”.
Claudia: –Aída era muy unida a Azucena y estuvo en su casa la noche anterior a que la secuestraran. Recuerdo que fuimos con Diego a verla y nos abrió su corazón: nos dio todo, nos mostró todo, nos contó todo. Nos mostró las pancartas que usaban para las marchas los jueves, el boletín de la hija desaparecida. Fue la primera entrevistada y quien nos abrió las puertas con Cecilia. Tan estrecho fue el vínculo que se nos ocurrió la idea de que Aída fuera la voz de los off del documental. Y de hecho lo es. Y Julián la hizo actuar como parte de la artística que abre el documental. La vimos unas 15 veces desde que empezamos el documental y vino a la UNLaM a grabar.
Diego: –Las Madres nos abrieron sus puertas, nos invitaron a marchar con ellas, fuimos a la Plaza con ellas y nos dejaron filmarlas. Nos dieron todo.

¿Qué revela el testimonio de Elvira, la última persona que vio a Azucena antes del secuestro?
Diego: –Elvira cuenta la mañana en la que vio a Azucena irse caminando, con su bastón y con la bolsa de los mandados. Su testimonio lo tomamos en la misma casa de Azucena. En un momento, ella vuelve la mirada hacia la dirección por la que se fue Azucena y cuando corre la mirada empieza a recordar realmente cuando Azucena se estaba yendo por la mitad de la calle y se pone a llorar.
Ese es el testimonio real, lo más puro que hay, cuando se puede retroceder realmente en el tiempo, despojándose de todo lo que hay alrededor. Y entonces cuenta en la entrevista la imagen que ella tenía en la cabeza.
Esa no es una reconstrucción treinta años después: es la recuperación de aquella sensación. Ella mira a la calle como si la estuviera viendo irse otra vez.

PEDRO Y NESTOR
¿Qué aprendizajes les transmitió hacer este documental?
Claudia: –Este documental nos dio la oportunidad de descubrir a una persona maravillosa y dar con la intimidad de aquel instante fundacional de Madres, con un sentimiento muy puro, con la fuerza del amor y los intereses nobles que dieron origen a un movimiento maravilloso.
Julián: –Investigar sobre la historia de vida de una persona, descubrir quién era y qué hizo, y darte cuenta de que no sabías nada de ella, te da la pauta de lo valioso que es trabajar con una figura de relevancia pública pero cuya historia, a la vez, es relativamente desconocida. Es como descubrir un pequeño tesoro.
Diego: –Esta realización nos llevó dos años. Mi mayor aprendizaje es lo que está plasmado. Otra cosa que me dejó es la reflexión sobre cuánto está dispuesto a sacrificar realmente uno por una causa; muchas veces uno dice “daría la vida por tal cosa” y hay que ver hasta qué punto efectivamente eso es cierto, como lo fue en esta historia. Y después, es que el amor de una madre no tiene límites, realmente no tiene límites. Eso te hace pensar que cuando vos discutís con tu vieja, te peleás o la mandás a cagar, quizá no te ponés a pensar que el amor de una madre hacia un hijo realmente no tiene ningún límite. Eso a mí me hizo replantear un montón de cosas. A veces nos enojamos por tantas cosas banales y quizás no les damos a nuestras viejas el abrazo a tiempo que le tenés que dar, esas cosas que te quedan...

(Silencio. La entrevista termina con todos emocionados.)