20 de octubre de 2007

Algo de Silvio

No sabes cuanto de subversivo
vive en una sonrisa
que no quiere comprar
y cuanto de muerte hacia el pasado
que se incrusta en los dedos
cual resto de humedad.

La historia
choca contra tu saya
y se hacen remolinos
que huyen del amor,
como se dice que huyen los demonios
de las estancias crueles para el odio.
Bendita está tu risa.
Amén.

Silvio Rodriguez

11 de octubre de 2007

Construía una pared. No era una pared solamente. Era un castillo. No de piedra. Era frío y blanquísimo. Era de hielo.
Colocaba con mis propias manos uno tras otro los pesados bloques de hielo para levantar las paredes. La blancura de los ladrillos me cegaba, el frío me enrojecía los dedos y me quemaba la piel, pero yo seguía y seguía sumando piezas heladas, hasta ya no poder ver dónde comenzaba ni dónde terminaba la construcción.
Corte. (o punto y aparte).
Luego, un sillón de madera oscura cuyo respaldo trabajado semejaba al de los monarcas, que alguna vez vi en algún libro. O en alguna película. Y yo ahí. Sentada. En ese trono, en ese algo parecido a un reinado…
Corte. (o punto y aparte).
El venía de Kenia o Namibia o algo así, un lugar lejano lleno de sol y de leones y de dificultades. Estacionó el morrón y se bajo cual caballero de brillante armadura.
Y caminó hasta el sillón-trono. Se acercó a mí con sus ojos oscuros, de mirada transparente y me envolvió con su cuerpo. Llegó atravesando el mundo, sólo para dejar besos frescos sobre mi frente afiebrada. Paseó los dedos de sus manos consoladoras por unos párpados hinchados, por unas pestañas empapadas. Y en un puño se guardó mis lágrimas gordas y saladas.
Y por un momento, mi corazón escapó del guante de hierro que lo aprisiona desde hace días. Y respiré en paz.
Corte. (o punto final).


Me desperté. Salí de la cama y abrí la ducha, como todas las mañanas. Me bañé, dejando que el vapor llenase el cuartito de baño. Envuelta la cabeza y el cuerpo con sendas toallas, limpié el espejo y me miré. Un rato. Largo.
Mis párpados todavía hinchados.
La opresión en el pecho.
Esta tristeza que se niega a abandonarme.
Y una sensación no muy grata de soledad
.

8 de octubre de 2007

...

un guante de hierro me oprime el corazón
y no me deja respirar

5 de octubre de 2007

Alarido!

YO TAMBIEN, O.
Yo también
"Ellos son dos por error, que la noche corrige"afirma Galeano

Gracias a la noche entonces.

Los besos más maravillosos me los ha dado por la noche el hombre que me ama.
Así me demuestra su amor, con abrazos y caricias… y me lo dice bajito, al oído.
Pero también puedo ver el amor en sus ojos, su amor enredado, un poco brusco, su amor protector, dividido, que me llena de alegría, de interrogantes, de esperanzas, su amor que desborda sin embargos ...
Y yo… yo no digo nada. Lo que siento no es necesario ponerlo en palabras. No siempre. Es un repique en el corazón. Es el toque de las mariposas en mi panza. Es la cosquilla de una sonrisa que me estira la cara. Es a veces un laberinto, complicado y con nada de juego...


Yo no dije nada. Me he acostumbrado a gritarlo en silencio: tengo un coro de mujeres, las de mi interior, que llenan el aire de suspiros y de esas dos palabras, repitiéndolas en las calles, en el colectivo, en el teléfono.
Está en mí como la madera en el palito, como dice Gelman, desde que me levanto hasta que apoyo la cabeza en la almohada.

Es el mismo hilo de siempre, ése que a veces tira debajo de mi seno izquierdo, ése que está tejido a él, desde hace ya un tiempo.

Gracias a Dios por la noche... y por las correcciones

3 de octubre de 2007

Deja vú…

Hoy recorrí el mismo camino que hice durante muchos años, ése del colegio, a diez cuadras de casa.
Hoy faltaron dos pares de ojos verdes y dos sonrisas esperándome en la esquina. Pero sobró asfalto y casas nuevas.
Faltaron ligustrinas y aumentaron los paredones, las rejas. Y las antenas de DirecTV.
Tampoco estaban los perros flacos de la canchita.
Sólo un gato de color indefinido, acicalándose en la vereda.

Los ojos verdes de M. y F., fieles amigos y compañeros de historias.

Los ojos amarillos del felino me miraron y desbordaron indiferencia.
(Cuadro de Marianela Novoa Farkas)

2 de octubre de 2007


Te hace falta una más?