24 de noviembre de 2010

Happy beginning

Hago el bizcochuelo y te escucho.
Escucho la emoción surcar los espacios y derramarse de este lado de la línea telefónica
Oigo tu voz narrando la historia, reconstruyéndola para que no parezca un sueño.
De a partes y con los detalles justos.
Rememorás de manera que puedas vivirlo de nuevo, para tener la certeza de que todo esto que sentís en la piel, en el pecho, en la casa, en los libros es real. Existe.

Si. Existe. Y podés repetirlo como un mantra y disfrutarlo cada vez.
Existe y te pasa a vos, que lo miras todo con cara de sorpresa y con los brazos bien abiertos.

Me lo contás, mientras tu risa y tu anhelo se escapan de los cables y me rodean como mariposas.
Te pienso, te imagino, con los ojos chiquitos de tanta sonrisa que te estira la cara.
Y entonces tambien me río porque estoy acá, compartiendo con vos esta charla que me honra.

El olor del bizcocuelo de nombre raro se dispersa, como tu alegría, por toda mi casa.
Apuesto por vos, por lo que viene. Admiro el coraje, las ganas.

Hay tanto por hacer. Tanto por aprender.
Hay que hacer lugar. Estar liviano.

Disfrutar. Contarlo. Animarse. Compartirlo. Vivirlo.
Ya no hay sinónimos para nombrar la felicidad.

Cosas que te pasan si estas vivo (parafraseando a Liniers)

Hoy me desperté una hora antes de que sonara la alarma del celu. Y me levanté porque ya era de día y el sol invadía la habitación. Temprano. Muy temprano.
A la mitad de la mañana, unos golpes en la puerta me indicaron que algo pasaba: mi vecina de al lado se había quedado fuera de su departamento, con su hijito Martín de tres años. La llave estaba adentro. Imposible entrar sin romper la cerradura.

Entonces apareció él. Uno de esos hombres imprescindibles.

Mi portero Hugo.

El Señor Hugo tiene un ojo bizco, es alto, ágil y tiene sus años. Es más, no recuerdo el consorcio sin él.

Muy amablemente, entraron a mi depto y con la agilidad de Felipe (aunque sin su velocidad) trepó por mi balcón, dudó un poco con una pierna colgando al vacío y luego se deslizó con una gracia más que digna en el balcón vecino.
Cabe decir que vivo en un segundo piso y que los altos enrejados de seguridad hacen dificultosa la tarea de pasar la medianera, que es de vidrio esmerilado.
En un santiamén, mi vecina con Martín en sus brazos y yo con Feli en los míos (que maullaba como loco porque quería aprovechar la boleada para escapar), vimos como el Señor Hugo abría la puerta con una gran sonrisa instalada en la cara.

Me dieron unas ganas terribles de aplaudirlo, pero no me animé… además se me iba a espantar el gato!

Así que ya saben, en mi consorcio hay un hombre que parece común, pero que es capaz de solucionarte un problema con valentía, estilo y una sonrisota.

Grande Hugo!

14 de noviembre de 2010

El viejo comunista (Manuel García)

En estos días Manuel Garcia y su guitarra volvieron a ser inquilinos de mi mp3

13 de noviembre de 2010

Adivinanzas

No quiero más verdades a medias.
Ni mentiras. Ni omisiones.
No quiero palabras censuradas.
Me cansan los monólogos, los parentesis, los gestos ambigüos.
No quiero interpretar gestos, no me interesa la adivinación.
Si hubiera querido entender porque la gente dice una cosa y hace otra, hubiera estudiado psicología.
O parapsicología...

12 de noviembre de 2010

Wonder woman

Lo sé.
No soy la Mujer Maravilla.
Pero podes perderte una maravilla de mujer

9 de noviembre de 2010

Sobre el amor y la escritura

"Saber que no se escribe para el otro, saber que esas cosas que voy a escribir no me harán jamás amar por quien amo, saber que la escritura no compensa nada, no sublima nada, que es precisamente ahí donde no estás: tal es el comienzo de la escritura."
Roland Barthes
(¡Gracias María!)